Hace mucho tiempo existía un hombre al que le gustaba tener sus graneros siempre llenos de semillas, los costales amontonados abarcaban del piso al techo, de pared a pared y eran motivo de admiración para todos los que los conocían.
Un día, un niño que pasaba por ahí le preguntó para qué guardaba tantas semillas; el hombre se arrodilló y le dijo que de esa manera aseguraba tener un respaldo económico para su familia. El niño sonriente le respondió: mi papá dice que cuando una semilla muere nacen muchas otras en su lugar. Tras esa declaración el niño se encogió de hombros y se fue.
Esa noche aquel hombre no pudo dormir, pensó y dijo: ¿no será que en mi afán de guardar todo, estoy perdiendo mucho más?
Al día siguiente salió a contratar muchos hombres y ante la mirada atónita de su familia que hasta ese día lo conocían como un hombre avaro, comenzó a hacer uso de sus semillas. Algunas de ellas estaban húmedas, pero él las uso para alimentar al ganado, otras estaban secas y algo marchitas, esas la molió y las uso para hacer pan, las que estaban bien las sembró y en un tiempo germinaron y dieron su fruto.
En su afán usó todo lo que tenía y llegó un día en el que sus graneros estaban vacío sin ningún costal de semillas, pero no tardaron en llenarse nuevamente, ésta vez era tanta la cosecha que no alcanzó su bodega para guardar todo lo que obtuvo.
Esto mismo es lo que pasa cuando hacemos uso de todo el potencial que Dios no ha dado, aunque normalmente solemos tener la impresión o susceptibilidad de que no podremos tener mejores ideas en el futuro o que nuestra capacidad de inventiva se puede terminar, no hay nada más alejado de la verdad.
Dentro de la mente humana suele pasar que cuando tenemos una idea que nos parece que puede funcionar pero que aún no ha sido usada, ocupa un espacio impidiendo a su vez que tengamos otras nuevas. En psicoanálisis eso se llama represión, la teoría dice que toda iniciativa guardada se queda latente dentro del subconsciente provocando peso de pensamientos.
Quizás hasta hoy no has empelado todo el potencial que Dios te ha dado o has estado guardando algunas ideas que Él mismo ha puesto dentro de tu corazón, tal vez por miedo al que dirán, por el temor de los resultados, por no recibir críticas, porque crees que no tienes los recursos suficientes para hacerlo o simplemente porque no has querido compartir con nadie tus pensamientos.
Cualquiera que sea el motivo, al final una iniciativa puesta en práctica siempre tendrá resultados. Despójate del miedo y del temor que poco aprovechan, pon en práctica todo talento que Dios te dio dando siempre lo mejor de ti y sin guardarte nada.
Al igual que el hombre de nuestra historia, al que le gustaba guardarse las semillas y que al plantarlas obtuvo frutos y nuevas semillas, de igual manera, una idea puesta en práctica siempre obtiene resultados y deja lugar a nueva inspiración para continuar adelante.
Fuente: CVCLAVOZ
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